jueves, 12 de agosto de 2010

Crónica del concierto de Luis Ramiro, Sala Monasterio ( Barcelona), 26/07/2010

Fue otra vez en Monasterio. Luis Ramiro se acercaba de nuevo a Barcelona para refrescarnos los oídos después de una tarde calurosa. Sobre las 21:00 ya se veían pequeños grupos charlando cerca de la sala; media hora después, la cola ya era considerable, y abrieron la puerta. Luis esperaba en la barra echando un pitillo y con algo parecido a un cubata en la mano ( que me corrija si es menester). Cuando Monasterio estuvo lleno empezó el show de este heterodoxo cantautor ( y digo heterodoxo pues algunas de sus canciones tiene un sabor “rockero”, “popero” y de diez mil estilos más, y me resulta difícil etiqutarlo). El primer trago de cerveza coincidió con Mayo de 2002 y encontró, como todas las demás, complicidad y acompañamiento en el público. Le siguieron K.O.Boy, Miguelito, Cuenta conmigo, Dos coplas, Vestido de lino blanco y otras que Luis cantó por sugerencia del público, e incluso se atrevió con Aviones de papel al piano; todo ello, amenizado con los comentarios que iba introduciendo entre canción y canción, que dotaban, más si cabe, de ese clima inmejorable que se vive en sus conciertos. Y quien haya visto a Luis en su hábitat, es decir, en el locales pequeños, lo sabe – aunque se mueva como pez en el agua fuera de ellos, véase Joy Eslava con Marwan hace unos meses, por ejemplo. Quiso cerrar la noche oficial ( ya verán a qué me refiero con esto) con su canción Romper/ Trencar ( intercalando frases en catalán y en castellano) y que se llevó merecidos aplausos, por esa canción y por todo el concierto, que duró unas dos horas. Después, firma de discos y más discos. Se hizo algunas fotografías. No contento con eso, nos invitó a seguir el concierto en la playa de la Barceloneta (que queda a unos diez minutos de Monasterio), donde siguió tocando arropado por el rumor del agua de fondo, la luz de la luna, unos cuantos “fans” que no tenían que madrugar al día siguiente y vendedores ambulantes de cerveza. Cedió su guitarra a un joven del público que lo hacía muy bien, tocó algunas canciones nuevas ( esta no las cuelges, ¿ eh? le decía a una chica que le grababa) y se mostró igual que sobre el escenario: cercano y divertido. Luis Ramiro se ha ganado a pulso lo que ha conseguido y no ha perdido su esencia. No sólo es que tenga un gran futuro sino que ya está triunfando en el presente.